Cómo lograr que los alumnos sean parte de sus
procesos de aprendizaje es una tarea que se convierte en competencia de
enseñanza de acuerdo al decálogo que P. Perrenoud propone en su libro que se ha
venido comentando en el presente blog. Esta cuarta competencia en su contenido
manifiesta una inquietud del autor, realmente los niños van a la escuela con
ganas de aprender; cierta ocasión por compromiso atiendo a un niño porque no
“entendía” a su maestro y se le dificultaban las operaciones con fracciones, en
el transcurso de la tutoría el alumno inquieto sólo deseaba que le dijera los procedimientos
correctos para resolver los problemas y en nada mostraba interés en conocer cómo
o por qué debía realizarlas. Trabajar así con un niño malhumorado, que no le
interesaba aprender es algo difícil y frustrante.
Comenta que a
pesar de las dificultades persistentes cada vez más de la falta de voluntad de
los alumnos por inmiscuirse en su propio aprendizaje, el maestro siempre tiene
la esperanza de encontrar alumnos dispuestos a ser participes voluntarios en
las tareas que se llevan en el aula, aunque reconoce que otro sector de la
docencia ejecutan sus labores sin interesarles los estados de ánimo o
disposición de los niños a quienes simplemente les recuerdan que de su futuro
escolar. En un país como México muchos infantes no tiene un proyecto de vida,
las condiciones de sobrevivencia en las regiones rurales alejada únicamente
permiten ilusionarse con mejorar junto a sus familias su precaria situación y la
educación no es actualmente la mejor opción ya que en el mejor de los casos se
aspira a terminar un nivel de secundaria.
Cuatro
competencias específicas para esta competencia general vienen explicitadas por Perrenoud. Enseguida realizo
comentarios del examen que hizo a cada una.
Primera
competencia específica
Suscitar
el deseo de aprender, explicitar la relación con el conocimiento, el sentido
del trabajo escolar y desarrollar la capacidad de autoevaluación del niño
Para adquirir como
docente esta competencia que en realidad se integra al menos en su redacción de
cuatro elementos: deseo de aprender, su relación con el conocimiento, el
trabajo escolar y la capacidad de autoevaluación que se enlazan por sus verbos
suscitar, explicitar y desarrollar se requieren dos recursos que el autor
menciona como la necesidad de una comprensión y dominio de las condiciones y
mecanismos sociales, didácticos y psicológicos para despertar en los alumnos el
deseo de saber y la decisión de aprender y habilidades para llevar al alumno a
imaginar las prácticas sociales que se ejecutan en la escuela y le serán útiles
en su vida y los conocimientos necesarios dominar y que hacen posible esas
prácticas (p. 61).
Por un lado se
menciona que en las aulas interactúan alumnos con deseos de aprender, los que
disfrutan hacerlo no importa que se equivoquen, saben que en la próxima ocasión
encuentran la respuesta a sus desafíos o simplemente no sufren por errar en sus
ejercicios; pero se reconoce que a algunos individuos el aprender es un
esfuerzo que les causa frustración, angustia y miedo al fracaso por no cumplir
a veces las expectativas de su familia. Así diferencia a los alumnos: aquellos
que tienen placer por aprender y los que pueden tener deseos de saber.
Para lograr esta
competencia se proponen dos estrategias: a) crear, intensificar, diversificar
el deseo de saber; y b) favorecer o reforzar la decisión de aprender. El que un
niño deseé aprender —menciona Perrenoud—, es equiparable a las buenas
intenciones de un adulto por adelgazar. Se inicia como proyecto pero a la larga
se abandona por diversas situaciones, entre ellas la capacidad de mantener un
ritmo porque otros proyectos empiezan a reclamar la atención que además son
menos frustrantes y permiten cierto gozo personal al ejecutarlos.
Se recalca
entonces que el docente al enseñar debe reforzar la decisión de aprender y
estimular el deseo de saber. La escuela debe brindar elementos para lo que se
ejecuta en la escuela tenga un significado y utilidad con una práctica social del
entorno del alumno.
Segunda
competencia específica
Instruir
un consejo de alumnos y negociar con ellos varios tipos de reglas y de
obligaciones
Perrenoud nos dice
que: “El consejo de clase es un lugar
donde es posible hacer frente abiertamente a la distancia entre el programa y
el sentido que los alumnos dan a su trabajo” (p. 62). En las escuelas
operan reglas implícitas, asumidas normalmente, por un lado los docentes
ofertan actividades marcadas en los programas y sugeridas en los libros de
texto o en guía mal llamadas didácticas que el alumno ejecuta incluso sin haber
claridad en ambos lados del fin de dichas tareas.
Es en el consejo
de clase donde se podría incidir en cuestiones como el desfase o distancia
entre los alumnos y los programas, es una oportunidad incluso que los docentes
observaran y propusieran elementos que aliente en sus centros el deseo de saber
y en la decisión de aprender. Destaca Perrenoud 10 derechos del estudiante que
tradicionalmente son contrarios a los propuestos regularmente en las aulas como
el derecho a moverse, a elegir con quien trabajar, a no estar atento… a no
gustarle la escuela y decirlo.
Las norma por lo
regular van encaminadas a disciplinar a los alumnos, pero se comenta que la
indisciplina podría surgir precisamente al no establecerse actividades con
sentido para el niño o adolescente… que se lograría con esto, a que el maestro
escuche a sus alumnos y tener en cuenta sus palabras finaliza diciendo el
autor.
Tercera
competencia específica
Ofrecer
actividades de formación con opciones
Podríamos decir
que en las aulas, los maestros están abiertos a lo anterior y lo realizan de
manera periódica, el autor reconoce lo anterior pero en cuatro hipótesis señala
que la variedad de acciones le son permitidas cuando 1) no generen conflicto
con los objetivos educativos, 2) las ofertan sólo si no complica su labor, 3)
son actividades de disciplinas secundarias y 4) se ejecutan si están
estrictamente bajo su control y no de otros.
Es una realidad,
muy pocas veces se está dispuesto a ampliar el margen de acción dentro del aula
y esta propuesta del autor sería una utopía en un sistema tan dirigido como el
mexicano. La intención de ampliar las opciones de trabajo es que el alumno u
otros actores se involucren y puedan estar satisfechos con sus esfuerzos y vean
que la vida escolar no es tan rígida.
Cuarta
competencia específica
Favorecer
la definición de un proyecto personal del alumno
Cómo lograr lo
anterior, primeramente aceptando que cada alumno puede poseer uno. El autor
claramente comenta que esta competencia estriba en identificar los proyectos personales
existentes, aceptando que algunos no lo tienen y recordando la competencia
anterior donde se podría reconocer como un derecho el no poseer un proyecto
personal.
Puede tener un
niño un proyecto de vida, claro, la cuestión es identificarlo. Cuando visitaba
una comunidad en la quebrada del municipio de Pueblo Nuevo en el estado de
Durango, Jesús alumno en ese entonces de tercer grado de primaria me platicaba
que quería crecer para irse a trabajar al monte y también deseaba poder
comprarse una arma para cuando saliera poder defenderse… muy escuetamente
mencionaba si es que terminaba la secundaria —en la escuela primaria operaba el
programa secundaria en primaria por las tardes— que su mamá quería mandarlo a
un bachillerato que estaba a más de 20 kilómetros para que fuera “alguien”,
pero ese no era su proyecto.
Así visto es un
proyecto muy amplio, en la escuela lo que se trata es de buscar proyectos como
el narrado por Perrenoud sobre un alumno que motivado al observar a su padre
podría tener como posible proyecto personal el leer las letras pequeñas o al
hijo de un tendero el proyecto de sumar cantidades… recuerdo que en la escuela
me esforzaba por entender la cantidad de carne que debía despachar por cierta
cantidad de dinero tal y como lo hacia mi madre en el negocio familiar con el
que nos mantuvo pero que no era de interés del maestro explicarme.
Nos recuerda el
texto que los proyectos son frágiles, pueden ser poco coherentes o
justificables pero allí radica la competencia, en cogerlos tal como se presenten
y cuando se presenten. El alumno que no cuenta con uno, lo más lamentable sería
hacerlo sentir mal, es catalogado incluso de violencia emocional el pedirle
hacer uno o adherirse a algo que no desea. Es bueno y justificado hacer que el
alumno se cuestione pero recordemos que es un derecho no hacerlo… la
competencia se acoge a la capacidad del maestro para acompañar a quienes los
tienen y con el ejemplo arrastrar a quienes no lo tienen. Comunicación y
empatía demanda este aspecto.
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